De acuerdo a lo trascendió, el Papa no tenía ningún lujo en su cuarto: era sin balcones y no contaba con ningún elemento de diseño ni mobiliario especial. Además, indicaron que su desayuno constaba de yogur descremado y café en un comedor donde también estaban sacerdotes y trabajadores del Vaticano.
Lo mismo que predicó en vida pidió para su muerte y por eso su velorio fue en la misma Casa Santa Marta donde vivió. Su ataúd es de una madera simple y no tiene ornamentos ni detalles que reflejen el lujo.